Hoy, día 8 de diciembre celebramos en el Colegio una festividad muy importante, la Inmaculada Concepción de María. La Virgen María tiene muchas advocaciones, muchos nombres, pero para nosotros el de Inmaculada Concepción o Purísima Concepción, como también se la llama, es quizás el más importante porque da nombre a nuestro Colegio.
Como dijo el papa Francisco en 2015, la Inmaculada Concepción es “un monumento a la misericordia de Dios”. Además, nos pide que no nos olvidemos de celebrar con dignidad esa festividad porque Dios por medio del nombre de su Madre mostró su “modo de obrar desde los albores de nuestra historia. Después del pecado de Adán y Eva, Dios no quiso dejar la humanidad en soledad y a merced del mal”. La Purísima Concepción es el símbolo de la fidelidad de Dios, y como tal representa el triunfo y la no rendición ante el pecado.
La Inmaculada Concepción es un dogma muy importante no sólo para nosotros como comunidad educativa sino también para nuestro país. El dogma tiene sus orígenes entre los días 7 y 8 de diciembre de 1585 en el contexto de la Batalla de Empel durante la Guerra de los Ochenta Años. Los Tercios españoles encontraron en el campo de batalla una tabla con la advocación de la Virgen pintada. La noche previa a la batalla el ejército estuvo rezando a la imagen para que intercediese en la batalla y les diese la victoria. Al día siguiente, se obró el milagro y los Tercios españoles ganaron la guerra de forma sorprendente.
Desde ese instante, la Iglesia española comenzó a rendir culto a la Inmaculada Concepción y emprendió una dura batalla de fe para que fuese reconocida como un dogma más de la religión católica. No fue hasta 1854 cuando el papa Pío Nono proclamó el dogma mariano consiguiendo por fin la ansiada elevación en la fe.
Como curiosidad, el papa Pío Nono concedió a los sacerdotes españoles el privilegio de poder vestir durante la ceremonia del día de la Inmaculada Concepción el color azul, el color de la Virgen.
¡Feliz día de la Purísima Concepción!